Cosmovisión

TODOS LOS TEXTOS SON AUTORÍA Y PROPIEDAD DE ISOLDA EUGENIA ACOSTA VALERO (KENA ACOSTA).

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COSMOVISIÓN NAHUA

Las sabiduría ancestral que nos han heredado los pueblos originarios, es un profundo conocimiento que nos ayuda a comprender las leyes que rigen las energías fenoménicas de la Creación dentro de nuestra experiencia Humana. La Cosmovisión Nahua de los pueblos del Anáhuac -territorio norte y centroamericano- se ha recuperado gracias a la tradición oral y al estudio de los códices, esculturas, petroglifos y demás rezagos arqueológicos de la cultura prehispánica.

En el territorio mexicano abunda un profundo conocimiento que hoy en día es fundamental para la trascendencia humana, ya que nuestros ancestros olmecas, mexicas, aztecas principalmente, no concebían la idea de un Dios; su concepción de Creación no obedecía a un orden jerárquico de “poderes”, mas bien atendían a una concepción dinámica de energías en la que cada aspecto autentico que sostiene la Vida toma su lugar en La Gran Danza del Tiempo y el Espacio: y así nace cada día el Sol, cada noche las estrellas, cada equinoccio el Solsticio, primaveras, veranos, otoños, inviernos.

Estos aspectos de la energía en los códices, toman formas míticamente humanizadas, ya que su comprensión es un servicio al buen vivir de las comunidades en armonía con todas sus relaciones. Nuestros ancestros supieron que la humanidad no es una creación independiente ni autónoma del proceso fenoménico de la vida y su creación. Las fuerzas de la naturaleza pulsan en todos y cada uno de los Reinos de la Creación y de esta manera estamos tejidos armónicamente desde el hilo del Gran Espíritu Madre Padre.

En este sincronario ponemos al servicio de nosotras las mujeres, arquetipos de la cosmovisión azteca mexica que nos abren un camino certero hacia el autoconocimiento y expansión de nuestra consciencia femenina, como hijas del Padre Sol Tonatiuh, la Madre Tierra Tonantzin Coatlicue y nietas de la Abuela Luna Nana Meztli.

Desde este nuevo sendero que enraíza nuestras vidas en una sabiduría ancestral, que fueran los principios del orden sociocultural de grandes civilizaciones, llegaremos a reconocer nuestra naturaleza cíclica y elemental, de luces y obscuridades, de mareas altas y profundidades pantanosas y sabremos que cada una podemos confiar, que en la integración consciente de cada una de nuestras experiencias y aspectos, la autenticidad de nuestro servicio a la Vida y todas Nuestras Sagradas Relaciones, es una seguridad placentera de celebración continua.

COYOLXAUHQUI

Dentro de la mitología Nahua, la Coyolxauhqui ha tomado un lugar importante en la representación del arquetipo lunar de los ancestros mexicas y/o aztecas. Esta mujer desmembrada está representada en un gran monolito de cantera redondo que fue encontrado en el Templo Mayor en el centro de la ciudad de México el 21 de febrero 1978.
Dentro de las varias interpretaciones sobre el origen mitológico de este arquetipo, donde mayormente han sido perspectivas de la concepción patriarca hispanoamericana; hemos logrado, desde el rescate cultural mexicano, comprender en nuestro pensamiento cosmogónico una simbología más auténtica.
Es importante decir que Coyolxauhqui, "la que se adorna con cascabeles" es hija de la Gran Madre Coatlicue y hermana de Huitzilopochtli, el gran guerrero colibrí zurdo del Sur, quien la derrotó, posteriormente la decapitó, y es por eso que se representa desmembrada.

Una popular versión cuenta que Coatlicue quedó embarazada al caer del cielo una pluma que guardó bajo su seno. Sus hijos indignados por el misterio del verdadero origen del padre de su futuro hermano, planearon matar a su madre y al hijo cuando éste naciera; así es que la guerrera Coyolxauhqui es vencida por su hermano Huitzilopochtli al nacer completamente armado en el Cerro Cuatepec (Cerro de la Serpiente).

En la simbología mística de la Mujer Lunar, el arquetipo de la Coyolxauhqui representa la naturaleza cíclica y cambiante que encarnamos todas las mujeres, al igual que la Luna. En la evolución social representa históricamente la caída del poder y la sacralidad femenina; para nosotras las mujeres es importante reconocer y comprender sobre todo estos últimos aspectos para poder habitarnos dentro de la Gran Cosmología fenoménica que rige nuestra naturaleza fértil y sustentadora de Vida.

Así como nuestra Abuela Luna Meztli cambia durante su desarrollo auténtico de un vacío a una plenitud constantemente; debemos reconocer que en esta Gran Danza de la Creación el Padre Sol Tonatiuh (padre de Huitzilopochtli) es quien rige la posibilidad de muerte y renacimiento, de mengua y crecimiento, ya que él es quien dá su luz a la Luna, nuestro gran espejo.

Todo esto nos ayuda a comprender la Ley Natural que sostiene la Vida en la que las mujeres somos las representantes humanas de la Gran Madre.
Así Coyolxauhqui, la guerrera desmembrada es el arquetipo lunar que representa nuestra energía femenina y sus distintas fases que debemos aprender a integrar cada vez que nos reconocemos mujeres ante el reflejo de la Luna.

NACIMIENTO

Llegar a la Vida...
Atravesar su Sagrado Portal que nos abraza encarnando un cuerpo humano como hijxs de La Madre Tierra.

¿Quién nos recibe? ¿Quién nos espera?

El Nacimiento es el milagroso acontecimiento que abre la puerta a una nueva vida, un nuevo camino. La gran oportunidad de reubicar la existencia desde una nueva Luz, un Nuevo Amanecer para quien nos recibe.

Recibir el nacimiento como un fenómeno sagrado y extraordinario de la Naturaleza es un privilegio que dará un sentido de elevada conciencia y respeto por la Vida para el resto de nuestra existencia.

Llegamos a la Vida desde misteriosas dimensiones trayendo con nosotros una Luz a la Humanidad; pureza, inocencia, descendencia, trascendencia, renovación, reconexión, cuidado, ternura, poder, amor...

Toda nueva creación conlleva un caos que deberá reorientar al sistema para darle cultivo, cobijo, sustento y relación al nuevo elemento que toma lugar. En la familia el nuevo ser que llega conmociona y destruye las antiguas estructuras sistémicas para tomar su lugar en la contención del núcleo consanguíneo que se expande.

Las mujeres como gestadoras y paridoras de vida somos atravesadas cíclicamente por esta transformación continua que dará paso a la nueva vida a costa de la nuestra propia. La Madre Divina que consagra nuestra naturaleza ha depositado en nosotras las mujeres potencialmente el poder de la transformación, destrucción y reordenamiento intrínsecamente desde una privilegiada interdependencia con la Naturaleza que nos da la guía para acompañar el Nacimiento desde un flujo entregado a la Existencia.

Somos y debemos siempre ser Guardianas del Nacimiento ya que en la medida del respeto y amor que podamos promover por nuestros propios cuerpos y relaciones lograremos que el Nacimiento con su fuerza poderosa que se abre paso a la Vida, conquiste finalmente la Armonía en todas sus Sagradas Relaciones.

SOLSTICIO DE INVIERNO

El solsticio de invierno se da cuando la Tierra en su movimiento elíptico y cíclico alrededor del Sol, se encuentra en el punto más lejano de uno de sus hemisferios terrestres en relación al Gran Astro Padre Sol.
Durante este tiempo la duración del día solar es mínima dando lugar a la noche más largas del año.
Así se produce el fenómeno terrestre y celeste que da lugar al cambio climatológico estacional llamado INVIERNO.

Es un tiempo en que prevalece la oscuridad, la tierra seca y fría pareciera no estar dispuesta al trabajo del hombre. La Tierra ha dado sus frutos, las cosechas han sido el merecimiento del trabajo y la ardua labor mientras el calor y las lluvias permitieron actuar en construir el sustento.

Durante el invierno es necesario conservar el alimento y la energía transitando momentos de introspección, recapitulación, reflexión, contemplación y toda acción meditativa que nos acompañe a abrazar el cuerpo físico guardando y guardianando el calor con profundo agradecimiento a la Vida por todo lo que nos ha dado.

Tiempo de ofrendas, de "pagamentos", de "despachos" que aún son las costumbres principales de las comunidades originarias.

Atravesar este periodo acompañando a la Madre en profunda comunión, y sosteniéndonos de nuestro núcleo de relaciones más cercanas, pues Ella descansa y se reconstruye energéticamente para volver a gestarse cuando el movimiento traiga de nuevo al Padre Sol y la vida se renueve una y otra vez.

Lo mejor es transitar este momento de quietud fluyendo y honrando el ciclo de Muerte y Renacimiento dando lugar a lo Sagrado en nuestros días de invierno.

En muchas culturas del mundo el solsticio de invierno celebrado el 21 de diciembre en el hemisferio norte y el 21 de junio en el hemisferio sur, se festeja y ritualiza "El Año Nuevo" pues después de la siembra, el cultivo, las cosechas, la sequía con sus mudas de hojas y las semillas que volvieron a la tierra en espera... Retorna la luz del sol cada día trayendo calor, colores, nueva energía y florecimiento a la Vida.

CHANTICO

Chantico significa “La que mora en el Hogar”.

Es la divinidad femenina que custodia el fuego terrestre, fuego del hogar, fuego del corazón, el fuego de los volcanes y la luz brillante.

Chantico es representada con tocados de plumas preciosas de colores de fuego, pulseras de rayos y atuendo femenino de nobleza. Se le atribuye el poder femenino como energía elemental y es regente de ese poder humano de la mujer que mantiene encendido el fuego de la pasión, el fuego alquímico que cocina los alimentos que nutren y reúnen a la familia.

El fuego del hogar se representa por el “tlecuil”, tres piedras que conforman el fogón, y en las cuales se apoyan las ollas que portan los alimentos para su preparación. Las tres piedras además simbolizan la familia, la unión de energías elementales para la transformación, y el refugio del fuego sagrado.

Se dice ser la consorte de Xiuhtecutli, el Señor del Fuego y se le reconoce como “Diosa del Amor”.

Como representante femenina del fuego, del calor y la luz brillante, se le atribuye ser la encargada de la maduración de las niñas, de las plantas y las criaturas que promueven fertilidad con su cuerpo. Es la guardiana de los bienes personales, de los alfareros y orfebres, ya que Ella garantiza la realización de los objetos y utensilios que utilizan fuego para su creación.

Ella es el fuego interno que vive en los seres humanos, sobre todo en las mujeres, el fuego amoroso que mantiene la vida y nos une a la Madre Tierra en el sostén cotidiano y nutrición de la existencia. Es el fuego de la pasión que sostiene las relaciones humanas desde el amor. Se le honra por mantener encendido el fuego del corazón.

Chantico fue la primera mujer que fue castigada por Tonacatecutli, Señor del Sustento carnal, por no ayunar antes de ofrendar a los Dioses. Ella nos enseña con lealtad el respeto y agradecimiento por los sagrados alimentos que nos da la Naturaleza para sostener la existencia.

Como arquetipo del eterno femenino, seductora, sensible, apasionada y grácil, Ella también representa la magia de la mujeres, la alquimia que embellece la vida y la inspiración que mantiene el amor en las relaciones matrimoniales y familiares.

COATLICUE

Se reconoce a Coatlicue como la "Madre de los Dioses". Ella representa a la Madre Tierra, la Naturaleza encarnada. Su nombre significa "La de la falda de serpientes". Las serpientes hacen referencia al tejido de raíces y ríos que con su vitalidad unen sistemáticamente todo el Cuerpo de La Madre Tierra para que la Vida se manifieste. Fué representada por los antiguos mexicanos en un gran monolito impresionante; su cabeza son dos grandes serpientes encontradas en sus fauces, tiene garras, en sus senos y pecho hay pares de corazones y manos humanas en forma de collar cayendo en su ombligo y vientre, donde, además de otro par de manos, hay un cráneo humano central mirando de frente. Toda ella viste de serpientes. Actualmente se la puede visitar en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México.

Se la reconoce como "anciana", ya que ella guarda la memoria ancestral en todo lo encarnado. Al mismo tiempo, ella sustenta la fertilidad de las energías elementales que posibilitan la existencia natural pues simultaneamente es Teoinan, "La Madre de los Dioses". Es la Abuela, la más antigua.

Se dice que también es regente de la agricultura, las formas de gobierno y todo lo que debe estar organizado en ciclos espacio temporales para que la vida prevalezca en todas sus relaciones.

Ella encarna la renovación constante y fértil que trae la muerte cuando el cuerpo material es devorado por la tierra para transmutar y volverla a nutrir.

En este sincrodiario lunar, Coatlicue representa el Solsticio de Invierno ya que su energía es densa, estática y puro potencial receptivo. El frío seco y crepuscular de este tiempo en que el Sol se ha alejado en su punto más distante de la Tierra, permite que ella descanse, digiera y de alguna manera muera metabolizando, recapitulando todo el periodo estacional y productivo que comenzó con la Primavera, y que ahora, después del Otoño en que La Tierra se despoja de todo lo que por el momento no podrá alimentar, debe volver a tomar fuerza para la renovación organizada que traerá el nuevo florecimiento, cuando el calor y la luz del Padre Tonatiuh vuelva a fertilizar las semillas de la Tierra. Es así como Nuestra Venerada Madre Coatlicue sostiene el potencial fértil de la Naturaleza desde el Poder de la Muerte y la Renovación.

Su hija y aliada femenina Coyolxauhqui la acompaña como regente de las energías cíclicas lunares que catalizan la fuerza cósmica que sostiene en equilibrio y armonía la fecundidad de Nuestra Madre Coatlicue.

EQUINOCCIO DE OTOÑO

En este caso, la Madre Tierra en su danza elíptica alrededor del Padre Sol, sale del punto más cercano a él buscando el equilibrio desde su punto más equidistante del Ecuador en relación con el Sol. Así llegando el 21 de septiembre en el hemisferio norte y el 21 de marzo en el hemisferio sur, llegamos al Equinoccio de Otoño en el momento en que el día y la noche nuevamente tienen la misma duración.

Después de la intensa actividad prolongada durante los días del Verano, va llegando el merecido descanso. La Madre Tierra se comienza a secar, las lluvias terminaron de limpiar y nutrir todos los campos y sus frutos.

En este periodo en que hemos cosechado todo lo sembrado en todos los aspectos, la Naturaleza también se desprende de todo el follaje en sus árboles que no podrá alimentar, la vegetación estacional va cerrando el ciclo generoso de darnos toda la medicina y nutrientes que debemos almacenar para lo que viene.

El otoño es un tiempo de mudas, de cambios, de cerrar el ciclos, de agradecer la maduración de los frutos y almacenar las semillas que han quedado como promesa de renovación cuando llegue el momento. Mientras habrá que volver al equilibrio, volver al abrazo cotidiano del hogar y darle lugar en nuestras vidas a todo lo cosechado. Contemplando todo el trabajo logrado y valorando los aprendizajes del tiempo productivo estaremos preparados para un tiempo de dejar ir todo aquello que ya cumplió su objetivo o que por el momento no necesitaremos ni podremos nutrir.

Este tiempo de equilibrio que va retornando la energía a la Tierra y separándose paulatinamente de la energía solar, es un tiempo de transición, de preparación para entrar con todas las reservas energéticas reunidas previamente, a la oscuridad, al silencio y la quietud que hacen posible y necesario cuidar el pequeño fuego intimo familiar de la espera y la transformación.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA

Aquí La Madre Tierra en su movimiento elíptico alrededor de El Padre Sol, se va acercando nuevamente desde su punto equidistante del Ecuador al Gran Astro, marcando el inicio de la Primavera, logrando una vez más el equilibrio en la duración del día y la noche.

En este tiempo La Madre Tierra comienza a salir del frío estático y seco del Invierno en busca del calor luminoso del Padre Sol. Ella a tomado un profundo descanso recuperando su fuerza y preparándose para el gran encuentro amoroso.

El equinoccio de Primavera marca el comienzo de la floración, la energía sexual de las plantas está lista para ser polinizada y dar frutos cuando sea el momento. El Padre Sol envía su fuerza y calor para fertilizar las semillas que, fecundadas, vestirán y florecerán de colores a la Tierra.

La Primavera es una fiesta de Amor, la celebración de la Resurrección. Las flores y frutos expelen sus aromas atrayendo a insectos y demás polinizadores, aves que cantan, mariposas coloridas que vuelan de flor en flor, la dulzura de la miel y toda la hermosura energetizada. Es el momento de la apertura receptiva que desea ser fecundada.

La primavera es un tiempo de inspiración, creatividad, planeación y orden previo a la intensa construcción y producción de nuestras vidas que llegará con el Verano.

MENARQUIA

Se llama menarquía al primer sangrado menstrual que inicia la edad fértil de las mujeres. Este sangrado se puede presentar aproximadamente entre los nueve y los catorce años de edad dentro de una sana normalidad. Este complejo proceso hormonal conlleva una profunda transformación en todos los aspectos fisiológicos, emocionales y de relaciones en las niñas, que repentinamente comienzan a madurar para convertirse en mujeres.

Alrededor de este proceso los cambios físicos, como son principalmente el ensanchamiento de las caderas, la hinchazón de los pezones, que se desarrollaran paulatinamente hasta convertirse en redondos y posiblemente grandes senos, además del crecimiento lógico de la “adolescencia”, pueden estar cargados de una densidad existencial y emocional, que como bien se dice a esta etapa de la vida, es un profundo “adolescer”.

Este proceso en sí mismo es “Iniciático” y es realmente una “Iniciación” profunda y definitiva en la vida de una mujer. La calidad de vida y ambiente familiar cultural que ha llevado una niña durante su infancia serán determinantes y fundamentales para atravesar este doloroso “puente” hacia su propia autenticidad y camino de Vida.

Toda transformación conlleva un duelo, dejar morir, despedidas, decepción,…tener que aprender a mirar hacia el futuro desde un presente en el que los sueños motivados por la inocencia y sus fantasías de juegos espontáneos van perdiendo lugar día con día.

Ahora comenzará a gobernar el impulso de deseos de salir al encuentro de la propia fuerza en todas sus posibles expresiones.

La niña “sacrificada” que va dejando su lugar a la joven doncella exploradora de nuevos sueños, claramente necesitará gran apoyo y compañía durante la intensa transición. Mientras la “renaciente” muchacha irá descubriendo su nuevo potencial creativo en la medida que va lidiando con su cuidado personal y construyendo así un refugio para su propia intimidad.

Esta gran Iniciación abre la posibilidad de reconocer la poderosa interdependencia que las mujeres sostenemos con las fuerzas de la Naturaleza. Reconocer nuestros ciclos de fertilidad regidos por la Abuela Luna y sabernos parte de un ritmo de muerte y renacimiento que nos procura una pureza y presencia dispuesta a expresar y construir nuestros sueños de Vida, paso a paso, día a día.

El mayor potencial que podamos desarrollar como mujeres en nuestra propia vida a partir de este momento, radica en el sentido de responsabilidad y compromiso que vamos asumiendo como Guardianas de la Fertilidad Humana; y en entregar desde esta dignidad, con agradecimiento a nuestras Madres y mujeres que nos criaron, reconociendo fraternalmente su entrega en su momento, nuestra naturaleza cambiante y cosmogónica al servicio del florecimiento y realización de la existencia.

MENOPAUSIA

La Menopausia señala el final de la vida fértil y reproductiva de la mujer y llega con el último sangrado marcando la supresión definitiva de la menstruación.

En condiciones normales, este fenómeno puede darse aproximadamente entre los 45 y los 52 años de edad.

Al igual que la crisis en la pubertad que marca el inicio de la vida fértil, la menopausia conlleva también una fuerte crisis de transición entre la vida fecunda de una mujer y el final de ésta.

Se conoce como Climaterio a la etapa de transición que ejerce el reajuste endócrino que acompaña los profundos cambios fisiológicos y emocionales hasta llegar al “descanso total” de nuestro sistema reproductor que trabajó día con día, mes con mes, luna con luna, durante 40 años aproximadamente…

El climaterio puede darse inmediatamente antes de la menopausia o puede ser una etapa introductoria de ésta que comience hasta 8 años antes del fin de la menstruación y durar también meses o años después del último sangrado.

Estos intensos ajustes nos enseñan la fuerza vital renovadora que trae la muerte.

El organismo energético encarnado con el propósito de traer hijos al mundo debe cerrar su ciclo y marcar el nuevo camino de una mujer madura que ya crió, amamantó y acompañó a sus hijos de la mejor forma que haya logrado, a ser personas independientes en su propio camino de vida.

La Menopausia marca el inicio de una vida más espiritual en donde la materia es transformada como en un crisol que alquimiza los sueños del amor en servicio a la Existencia. Ahora la mujer, aprendiendo a ser dueña de sí misma, tendrá que modelarse de acuerdo a los más altos objetivos en que su experiencia transformada le pueda servir de guía, para finalmente conocer su refinada esencia divina.

A las mujeres que ya han cumplido con su etapa reproductiva y han atravesado la Menopausia se las reconoce como “abuelas”, ya que además de que muy probablemente tengan nietos, su manera de acompañar a sus menores es desde una autoridad mayor, amorosa y experta, que custodia el orden y la armonía en todas sus relaciones.

Si hemos guardianado la vitalidad, la luz de la conciencia y la paz, cuando llegamos victoriosas a esta nueva manera de caminar el sendero de la Vida, se manifestará nuestra fuerza compasiva como Guardianas del Nacimiento de la Nueva Humanidad, para seguir fertilizando las semillas, cultivando y madurando los frutos nutricios de la conciencia evolutiva.

PARTO

Parir, “Dar a Luz”, “ Aliviarse”…

Parir es el proceso fisiológico que sintetiza todas las funciones hormonales de la vida en nuestro cuerpo de mujer. Todas las experiencias en nuestro organismo desde que nacemos, han sido ordenadas y guardianadas por nuestro autoconocimiento y también por fuerzas que no siempre alcanzamos a comprender, con el propósito de que todo esté en su lugar en el momento del parto; el momento en que la gestación ha terminado de madurar a un nuevo ser, que dotado de toda la fuerza necesaria para sobrevivir al parto y adaptarse a las condiciones de vida que lo reciben, será finalmente expulsado de nuestro cuerpo.

Atravesar este gran umbral es la total expresión del propósito de ser mujeres. Nuestro cuerpo fue creado de acuerdo a las perfectas leyes de la Naturaleza para que desde la gestación durante nueve meses, todo se ordene para llegar íntegras a este momento. Encarnamos potentemente toda la fuerza que podemos contener y que nos puede sostener durante la “labor de parto”.

Fluir, dejarnos guiar, entregarnos con total certeza y plenitud a que la Naturaleza con entera sabiduría nos acompañará a atravesar esta intensidad.

Nuestro cuerpo se abrirá con flexibilidad estableciendo un ritmo que nos permite respirar, tolerar y trabajar en comunión para realizar satisfactoriamente este gran propósito de “dar a luz” a nuestros hijos, a los hijos de la Vida.

El triunfo de parir estará garantizado cuando las mujeres hayamos establecido una buena relación con nuestro cuerpo, con la comprensión de nuestras emociones, con respeto a nuestras relaciones nucleares y principales, y desde este lugar atendamos las verdaderas necesidades que nos nutren, dando fuerza y equilibrio a nuestra naturaleza siempre cambiante.

Las decisiones que tomemos en la conciencia de la gran responsabilidad que es traer un ser a la Vida para criarlo desde nuestra experiencia, determinará la salud y armonía con que iniciemos el maravilloso camino de la Maternidad desde el momento del parto, haciendo que la dolorosa labor nos traiga alivio y regocijo al momento del Nacimiento.

Caminar con dignidad el sendero de Ser Mujer es la principal misión de nuestra existencia. Somos paridoras, manifestadoras y generadoras de Vida. Somos portadoras del útero de la Humanidad.

Honrar así nuestra capacidad de ser receptivas a las semillas que guardan la Verdad del Gran Espíritu Creador es el camino a la Realización de todas Nuestras Sagradas Relaciones.

SOLSTICIO DE VERANO

La Madre Tierra durante su danza elíptica alrededor del Padre Sol llega al punto más cercano a él.

Ahora, durante el Solsticio de Verano, el día tiene la máxima duración posible y la noche la duración más corta del año.

El Solsticio de Verano trae la mayor luminosidad e intensidad de calor del Sol a nuestras vidas y a la Madre Tierra en este polo donde se encuentran en la profunda cercanía, y se despliegan todas las expresiones y actividades pasionales de la Existencia Terrenal.

Las semillas fecundadas que florecieron en Primavera, ahora son frutos en desarrollo que maduran con la luz y calor del Sol mientras son nutridas por la intensa labor amorosa de la Tierra que sigue transformando su vestimenta de follaje en un refinado alimento que dará fuerza y vitalidad a todos los seres.

El Verano expresa la mayor fuerza y energía que está disponible para la culminación de todos los procesos de construcción y realización de proyectos que sustentan la Vida. Es la temporada para generar el alimento, construir y mejorar el hogar, compartir y celebrar la libertad en éxtasis y pasión.

La intensidad del calor y la larga duración del día luminoso nos da la oportunidad de dedicarnos al trabajo que dará frutos en esta misma estación. Predominan las emociones “fogozas” que pueden traer impulsos constructivos o destructivos.

Es el momento de mayor provecho para todo lo que nos dispongamos a realizar. La actividad física, laboral y/o creativa que nos propongamos llevar a cabo, va a traer mas energía consecuentemente.

La Madre Tierra procurando cuidado a su cuerpo y a sus criaturas del intenso calor que podría encender fuego en toda la sequedad que también trae el Verano, despliega su Amor al Cielo clamando que caiga la lluvia.

Así el calor condensa las nubes que riegan los campos de siembras veraniegas, que nutren los caudales de los ríos y lagunas creando la armonía que nos da alegría, regocijo y celebración por todo lo que generosamente la Vida nos da.

TLAZOLTEOTL

Tlazolteotl es el arquetipo que rige la energía de la transmutación. Esta divinidad huasteca muestra iconográficamente símbolos de la dualidad: día y noche, muerte y renacimiento, energía y materia...

El significado de Tlazolteotl se enraíza etimológicamente del prefijo Tla de tlalli- Tierra- zölli -inmundicia- y Teotl -energía divina-. Se le llama también la “comedora de inmundicias”. En las representaciones antiguas se le honra e invoca como la Señora de la Medicina, ya que transforma la inmundicia de la enfermedad trayendo de vuelta la salud, pues también rige la potencia curativa de las plantas. Tiene atributos de la energía transformadora de la muerte y el nacimiento ya que se le representa en los códices pariendo.

También conocida como Tlazohteotl, de Tlazohtla -amor, querer- es la "Diosa del amor carnal", promueve el deseo del encuentro sexual y asiste la limpieza que trae la menstruación. Esta energía representa el Amor de la Madre Tierra y la Naturaleza que transmuta y composta la materia para mantener pura e inmaculada la fertilidad que trae la nueva vida, los frutos y su nutrición.

Se le representa sentada sobre lunas, su falda es de lunas, su nariguera es una luna, y su tocado coronario también. Estas lunas crecientes-menguantes plasmadas equitativamente sobre la dualidad del rojo y del negro, están abiertas y receptivas a la energía del Cielo para traer la fuerza cósmica y lunar que permite la transformación fértil y regenerativa de la reproducción.

Su tocado en la cabeza muestra dos husos de hilado, uno de cada lado que representan el tejido rítmico que une y teje todas las manifestaciones de la naturaleza cósmica-telúrica para dar consistencia al proceso de transformación que sostiene la pulcritud de la vida renovada.

Elegí a Tlazolteotl para representar el Equinoccio de Otoño, ya que ella, como Guardiana de la Fertilidad de la Naturaleza, hace que la gran muda y limpia de la embestidura de la tierra, hojas, desperdicios e inmundicias que han sobrado de las pasadas estaciones productivas y nutritivas, vuelvan a ser nutrientes para la nueva semilla que se será abrazada en el amoroso y pulcro vientre de la Madre Tierra, madre que encarna en todas nosotras, sus hijas de todos los reinos.

Quiero mencionar que nuestros antepasados originarios nahuas no conocían ni concebían el concepto de "basura". Todo lo que Ella nos dá en el pano material, es el sagrado sustento de la existencia terrenal gracias al favor de la Divina Energía Tlazolteotl.

XOCHIQUETZAL

Xochiquetzal “Flor Hermosa” Es el arquetipo de la doncella, la joven muchacha que posee los atributos de la sensualidad pura que se despierta potenciando la belleza seductora.

Se le reconoce como la patrona de los artistas y artesanos, todas artes y oficios que inspiran la belleza de la vida en creaciones artísticas y expresiones que traen amor a la existencia.

Esta hermosa adolescente que habitaba en “Tamoanchan” “Casa de la flores”, “Paraiso Celestial” era amada por todos los Dioses y venerada por toda la gente, pues ella representa la belleza en todo su esplendor, el encanto de los sentidos.

Su vestimenta expresa la opulencia y la fértil generosidad que nos da la Naturaleza.

En las diversas interpretaciones de los códices antiguos se la distingue por sus atavíos de gemas preciosas en aretes, pulseras, collares; su corona lleva múltiples plumas de aves preciosas, principalmente de quetzal; sus prendas y vestidos bordados de colores y su nariguera denotan la nobleza de quienes podían gozar los lujos de la opulencia.

Xochiquetzal era adorada como la energía divina del amor puro, la libertad espontánea que trae la fertilidad, la belleza que enamora a los Dioses y a los hombres. Se le atribuye ser la Reina de las flores, la “Diosa” del Amor, Patrona del matrimonio, del embarazo, del parto y del nacimiento.

Su relación con el Agua y con la Luna como regentes de la fertilidad, que se genera por el encuentro amoroso entre el hombre y la mujer, se podría interpretar mitológicamente en que cada uno de los esposos de Xochiquetzal representa un aspecto de la energía divina elemental que hace posible la fecundación de la naturaleza y de la humanidad, que traerá como consecuencia el nacimiento.

Xochiquetzal, entre otras veneraciones, era adorada también por las hilanderas, oficio tradicional de las mujeres, quienes ofrendaban a Ella un huso que representaba la naturaleza que por voluntad y entrega vuelve a llenarse, a ser plena, generadora y paridora de vida, de nuevas creaciones, de belleza y florecimiento.

Su hermano gemelo Xochipilli “Niño Flor” también regente de la artes y patrón de los artesanos a diferencia de Xochiquetzal, era predominantemente el “Dios de la danza y la música” pues su relación con la fertilidad se atribuía específicamente al deseo sexual y satisfacción del placer de los sentidos. Su relación con el mundo vegetal tiene mas que ver con la potencia enteógena de las plantas que con la energía fértil del florecimiento que traerá nuevos frutos y semillas para la Vida.

Xochiquetzal es la máxima representante de la Primavera, de esa fuerza pura y renacida que florece con el Sol para embellecer, encantar, seducir y asegurar el triunfo del Amor en el encuentro amoroso del Padre Sol y la Madre Tierra.